jueves, 18 de febrero de 2010

A un año de la muerte de Garrido: Mi homenaje

¡BENDITO POLICÍA!
Releí con especial afinidad la carta que Luis, el cerrajero de Cosme Beccar, publicó en Clarín, el 18 de febrero de 2009, un día después de la muerte de ALDO GARRIDO, el policía de San Isidro.

Siento que en esa oportunidad lo dijo TODO. Lo describió en su cotidiano servicio, en su actitud, su atenta presencia, galante, a veces; paternal, fraternal o seductora, otras. Garrido, más allá de la función de guarda de la seguridad, tenía el don de la palabra, nos conoció en profundidad y transcurrimos 30 años en su compañía. Solía caminar junto a cada uno de nosotros algunos pasos o estar un rato en cada local, con su gesto de cuadrarse, su saludo o su sonrisa grandota. Durante ese tiempo ESTABA ILUMINANDO. No es casual lo que convocó, lo que produjo en nuestra comunidad en estos años y con su partida. Dejó en todos, el dolor, pero más aún, el testimonio y una inconmensurable lección de vida.
Parecía uno más, pero descubrimos que era especial, que nos había tatuado el alma a jóvenes, a ancianos, a los abogados que transitan estas calles, a los comerciantes, a los chicos de los colegio, a los de la pobreza y a todas las mujeres, porque tenía para cada una la palabra única, precisa y siempre valorativa.
En su sencillez citaba, con memoria irreprochable, un cúmulo de lecturas que atesoró hasta la sorpresa. Hablaba del perdón, el no rencor, la no violencia, la conexión con el arriba (y miraba el cielo). Traía un don que supo cultivar silenciosamente con el afán del que algo ha venido a difundir. Fue coherente en sus actos con respecto a sus palabras. Por esa causa no nos admira la estela que dejó.
Cuando estaba entre nosotros, creíamos que todo esto nos pasaba a unos pocos, pero un día se fue tempestuosamente y nos convocamos con naturalidad como ante un inexplicable llamado. Fue entonces cuando nos percatamos de cuánto y a cuántos nos había legado su mensaje.

Para nosotros ha pasado un año. Él está más allá del tiempo y la distancia, pero en alguna dimensión percibirá la intensidad de nuestra presencia y la gratitud singular de cada uno.

¡Garrido, gozá de la presencia de Dios! ¡Honraste tu vocación de servicio!

Como dice el antiguo poema: “Nos dejó harto consuelo su memoria.”

¡Bendito policía, nos queda tu LUZ!

Isabel Santone
Febrero de 2010

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